Telón americana en mitad del escenario, bellísimo trampantojo de una pared frontal en un salón de un palacete de la Castellana, hoy ya destruido. Varias puertas con ricos y pesados cortinajes.
Grandes espejos empotrados donde se reflejan mágicas arañas de la Granja.
Un piano de cola. Atmósfera muy densa, recargada, asfixiante producida por infinidad de velas y candilejas con su llama tintineante y con su humo.
Colores dorados y miles de irisaciones verdosas, amarillentas, anaranjadas.
Ambiente decadente y enfermo. Se hace inevitable volver la mirada al Greco. La enorme pared se abre en el centro como una gran cortina produciendo una ola de fruncidos. Pared fruncida. La abertura de la gran cortina nos permite ver un hermoso techo abovedado. Cielo pintado imperial, épico, de un tiempo lejano.
Y en el cielo ángeles y Angelinas jugando caprichosos a bailar y observando atónitos lo que a los pobres humanos les sucede.
"El tango del Arcángel" de Kees Van Dongen
Las sombras de los invitados que bailan en el salón contiguo se proyectan en la pared, tienen vida propia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario